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A la caída del Imperio Romano muchos lugares quedaron desprotegidos. Los Monasterios ocuparon un lugar predominante en esta época. Muchas de las ciudades se crearon alrededor de ellos por ser el centro cultural, artesanal y posteriormente comercial, hasta lograr convertirse en Ciudades Estado. Las ciudades medievales se convirtieron en el centro de la actividad agrícola y la ciudad en sí era modesta. Fueron primero creadas dentro de villas fortificadas en forma circular y amuralladas para facilitar la defensa, pero conforme adquirían importancia y poder las ciudades se salieron de las puertas de las murallas y seguían los caminos principales formando abanicos. En su interior las calles de las ciudades estaban aglomeradas e impedían ver a lo lejos, por lo tanto se vieron en la necesidad de crear campanarios altos como punto de referencia, para evitar perderse, como sucede en Siena, Italia.
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