Bajo la concepción del urbanismo tradicional, el bien común es la razón de ser tanto de la ciudad como del urbanismo.

Por su naturaleza, es indivisible, y representa la suma de las condiciones que permiten a una comunidad su realización plena.

Si se concibe de una manera utilitaria, un bien común es aquel que, estando disponible para el uso (y el abuso) de todos, debe administrarse centralmente para que no se agote (por ejemplo, el agua limpia de un río y el aire puro de un bosque).

Sin embargo, el bien común puede concebirse también como algo mucho más completo, y que igualmente requiere un control central, pues es más que la simple suma de los bienes de los individuos que habitan la ciudad.

Filosóficamente, siendo el Estado el responsable de garantizarlo, debe de superar una visión estrictamente utilitaria (salud, alimentación y vivienda), pues la realización plena de los ciudadanos implica todo tipo de valores (psicológicos, morales y espirituales).

Existen numerosos obstáculos para alcanzar este objetivo, entre los cuales destacan en primer lugar la identificación de dicho bien común en una sociedad fragmentada y dividida contra sí misma, y otros derivados de la implementación, pues siempre existe una cantidad limitada de recursos y grandes necesidades.

Ver:

Corriente Urbana Marxista

Corriente Urbana Capitalista

Bien Común:
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Bien Común