UNA IDEA... CIENTOS DE POBLACIONES HERMANAS: Leyes de Indias. (Parte 2)

Lic. Ana Cecilia Pérez E.

Se mencionaba en la primera parte la importancia de la religión en la consolidación de las nuevas ciudades a la llegada y establecimiento de los españoles.

En esta segunda parte se hablará de otros conceptos que son también importantes en el desarrollo urbano de cualquier ciudad, como son:

Los mercados:

Por lo general son lugares de mucha inmundicia, y pocas veces se puede librar de ella, por lo tanto deberán construirse lugares especiales para aquellos que lo generen, como son ahora los mercados del mar.

Si la población se coloca fuera del puerto de mar y tuvieran riberas de ríos navegables será de mucha comodidad si en la parte baja del río cercano al mar se pongan todos los oficios que causan inmundicias.

Los pobladores deberán hacer un espacio, tanto en casas como centros de negocios, para colocar materiales de fácil recolección en caso de que se necesite una palizada, trinchera, o cerco de la plaza de manera que no se pueda recibir daño de los indios naturales.

Lugares de siembra y de ganado:

Se deben señalar lugares especiales para la siembra y para el ganado, de manera que, por más que crezca la población, siempre quede bastante espacio en donde la gente se pueda salir a recrear y salir con los ganados sin que se haga daño.

Se deben establecer lugares para los bueyes de labor y de caballos al igual que los ganados de las carnicerías y los que cada poblador pueda tener en buena cantidad.

Debe existir tanta tierra de labor y tan diferente en productos igual que solares existan en la población.

Se deben repartir las tierras de regadío de la misma proporción a los primeros pobladores como a los que vengan después a poblar.

En las tierras de labor repartidas inmediatamente deben sembrar los pobladores todas las semillas que lleven y pueda haber, para lo cual conviene que vayan muy proveídos y el ganado marcado juntarlo en un sitio, para que se comience a criar y a multiplicar.

Construcción de casas:

Después de haber sembrado y acomodado el ganado y esperar a ver la abundancia en la comida, se debe iniciar la construcción de las casas, con buenos cimientos y paredes y lugares en donde se hagan las herramientas necesarias para edificar con brevedad y a poca costa.

Se deben disponer de solares y edificios de manera que en las habitaciones se pueda gozar de los aires del mediodia y del norte por ser los mejores.

Se deben disponer las casas a manera de defensa y fuerza contra los que quieran estorbar o infestar a la población.

En cada casa en particular se debe labrar y tener sus caballos y bestias de servicio con patios y corrales y con la más anchura que fuera posible para la salud y la limpieza.

Se debe procurar la construcción de los edificios de una forma para mantener el ornato de la población.

Se debe tener cuidado de cómo esto se cumple, con el auxilio de los fieles ejecutores y alarifes y que con las personas que esto discutieran se encuentre el gobernador.

Es importante que los pobladores se den prisa en la labor y en la construcción de los edificios para que se acabe con brevedad la construcción de la población.

Si los naturales quieren ponerse en defensa de la población, se les debe indicar las razones de cómo se quiere poblar para no hacerles ningún mal, ni tomarles sus haciendas, sino para tomar amistad con ellos y enseñarlos a vivir políticamente y darles a conocer a Dios y enseñarles su ley por la cuál se salvarán dándoselo a entender por medio de los religiosos y clérigos y en caso de ser necesario se encuentra el gobernador que por buenas lenguas y procurando por todos los buenos medios posibles que la población se haga con su paz y consentimiento.

Si después de las razones todavía no lo consintieran los naturales, que los pobladores hagan sus construcciones sin tomar nada de los indios y sin hacerles más daño de lo que fuera menester para la defensa de los pobladores.

La nueva población deberá tener el mayor cuidado de no establecer en la medida de lo posible contacto con los naturales tanto en comunicación, trato y de no ir a sus pueblos, ni divertirse, ni que los naturales entren en el circuito de la población sin tener puesta la defensa y las casas, de tal manera que les cause admiración y que den a entender que los españoles pueblan allí.

Se debe lograr el respeto y la amistad y no el temor ni la ofensa y en prueba de afecto se deberán dedicar siembras y animales para socorrer a los naturales en caso de necesidad, para que realmente deseen la amistad.

Se dice que todos los hispanohablantes tenemos un sello característico, un sello de hermandad gestado desde los primeros momentos, unificado por la religión, la lengua y la reglamentación urbana. Todo ello surgido del cuidado y del interés de grandes eruditos encabezados por los Reyes de España y su gran preocupación por el bien común. Gracias a ellos América Latina es lo que es hoy, un grupo homogéneo característico en cualquier parte del mundo.