GUADALAJARA: SUS PLAZAS.

Por Jorge F. López León.

En este capítulo analizaremos alguna de las principales plazas de la ciudad de Guadalajara.
Estas lecciones de la historia deben recordarse si se quiere entender la forma y condición de algunas plazas tapatías. Todo urbanismo, toda civilización, es el resultado, como la vida, de construcciones y demoliciones.

La Guadalajara de hoy es muestra de ese mismo proceso. Quien quiera tener una idea cabal de la ciudad en que vive, debe conocer su historia, para poder ver en su derredor lo que ya no está, pero que fue raíz y cimiento.

Plaza Mayor, Plaza de Armas o Plaza de la Constitución.

En el virreinato, era la mayor y primera de la ciudad. En el pleno de 1800 apenas si encontramos cuatro o cinco áreas que merezcan el nombre de plazas, de las cuales algunas ya han desaparecido, como la que ocupaba el lugar donde hoy se encuentra el teatro Degollado, o como la Plaza de Venegas, en la que hoy se sitúa el mercado "Corona"; algunas se conservan, como la Plaza de Armas, que ha llegado a nuestros días con algunas variaciones.

La Plaza de Armas está delimitada actualmente por las calles de Corona, antigua calle del Palacio, frente al Palacio de Gobierno, la calle de Morelos al norte frente a la Catedral, y la avenida 16 de Septiembre al poniente con edificios comerciales y las calles de Pedro Moreno al sur, donde estaba el antiguamente conocido Portal de Mercaderes o Portal Quemado y hoy son edificios comerciales.

El concepto inicial de la Plaza de Armas era eminentemente español, una gran plaza cuadrangular de poco más de cien varas castellanas por lado, el espacio abierto, totalmente empedrado. Ese gran espacio servía esencialmente para las suertes de toros y caballos, de tal manera que el edificio del cabildo episcopal tenía una logia abierta hacia la plaza, para que los miembros de ese cabildo presenciaran desde ahí las suertes. Con el andar del tiempo y realizándose las suertes en otros sitios, habilitados exprofeso, se construyó una fuente al centro de la plaza y se diseñó alrededor un paseo.

En el siglo XIX sufre un afrancesamiento que le cambió el aspecto. Con un kiosco traído de París, la plaza se arregla para paseo y serenata, tiene cuatro espaciosas banquetas, separadas de kiosco y calles por naranjos y farolas, y tienen entre sus galas cuatro fuentes de cantera roja. Así la gente conocida se arremolinaba al centro; las clases medias en las banquetas y el pueblo por la periferia, todos girando ordenadamente y gozado y gozando la música que una banda les regalaba desde el kiosco.

En nuestros días se ve reducida a papel de brazo de esa gran cruz de plazas, diseñadas por el Arquitecto Ignacio Díaz Morales, a los cuatro vientos de la Catedral. Con su nuevo concepto, más democrático, el kiosco sigue al centro, rodeado por un amplio pavimento, al que le siguen cuatro parterres, que orientan los ingresos por las esquinas; después se encuentran las amplias banquetas exteriores, protegidas de las calles que la rodean, por farolas, naranjos y bancas.

Aunque ha perdido mucho su carácter de lugar de encuentro, sigue manteniendo su jerarquía como Plaza Mayor o de Armas, que le da la presencia del Palacio de Gobierno.

Sus fronteras están definidas al norte por el costado de la Catedral y el Sagrario, con sus arcadas abiertas en la planta alta, queriendo compartir con la jerarquía, mas no con el simbolismo que le da el Palacio de Gobierno a al plaza, que la cierra y preside por su costado oriente. Los dos costados restantes se encuentran conformados por edificios con soportales, que añaden coherencia al conjunto, a pesar de ser diferentes en estilo y altura.

Plaza del Ayuntamiento, Plaza de los Laureles o Plaza Ciudad de Guadalajara.

Realizada en el área que ocupaban una pequeña plazuela situada frente al atrio que tenía la Catedral, antes de la ampliación de la avenida Alcalde, y los edificios del cine "Lux", que fueron demolidos para su realización.

Está localizada entre las calles de Hidalgo, Morelos, Alcalde y Pedro Loza, que es una zona donde desembocan calles que actualmente se han vuelto peatonales (Pedro Loza y Morelos).

Fue realizada para exaltar los edificios que la presiden, es también un monumento conmemorativo a la fundación de la ciudad. Es un intento fallido, que pudo haber sido el atrio que tanto necesita nuestra Catedral, y se quedó sólo como un desahogo visual a la gran fachada de la Catedral. Funciona también como antepatio del Palacio Municipal, construido en su costado norte por el arquitecto Vicente Mendiola, sobre terrenos donde se encontraba el edificio del arzobispado.

De planta cuadrada, al inicio se excavó un estacionamiento debajo de ella, motivo por el cual no tuvo sus jardines, que contenían los laureles (actualmente reemplazados con ficus), que le dieron su nombre popular. Estas jardineras están distribuidas con un concepto racionalista, poco atractivo, por su monótona disposición, colocadas éstas sobre una gran plancha de pavimento de losas de piedra. Al centro tiene una fuente que conmemora la fundación de la ciudad de Guadalajara, a través del escudo que le dio el rey Carlos Y, fuente también poco atrayente, de escala desmesurada y demasiado alta para la adecuada perspectiva de sus visitantes, situada en el cruce de la coordenadas que forman los ejes de la puerta mayor de Catedral y el ingreso principal al Palacio Municipal. Todo el conjunto demasiado árido y poco atrayente a las personas que en ella quisieran estar y descansar.

El espacio se cierra por edificios diferentes, tanto en su superficie como en sus alturas y perfiles, asentados sobre portales con los que se intenta dar unidad a las superficies limitantes. con excepción de la Catedral y el Palacio Municipal, que son edificios únicos.

Plaza de la Rotonda de los Hombres Ilustres.

Ocupa el espacio de lo que fue la iglesia de la Soledad y su plazuela, que durante el siglo XIX fue sitio de coches. Un lugar un poco olvidado, hasta que vino a ser rescatado para formar parte de uno de los brazos de esa gran cruz de plazas alrededor de la Catedral.

Se encuentra localizada entre las calles de Liceo, Independencia, Hidalgo y Alcalde.
Es una plaza cuadrangular, con magnífico trazo, estructurado conforme a un centro, es donde se levanta un monumento de planta circular, estilo griego simplificado, consistente en diecisiete columnas estriadas, sin base ni capitel, que sostienen un gran entablamiento en el que se lee: "Jalisco a sus hijos esclarecidos", y que sierra un mausoleo con gavetas, para guardar los restos de hombres ilustres de Jalisco. Los caminamientos que llegan a esta rotonda generan jardines, en los que se encuentran las esculturas de otros jaliscienses notables. Es de hacer notar el profuso arbolado de estos jardines, lo que hace de este espacio urbano un agradable y tranquilo jardín conmemorativo.

Sus fronteras están marcadas, hacia el oriente por el Museo Regional (originalmente Seminario Conciliar de Guadalajara), al poniente el Palacio Municipal, al norte edificios comerciales y al sur por la fachada norte de la Catedral. Edificios que aunque diferentes, logran formar un conjunto armónico, gracias a la altura de sus pretiles y a la cantera de sus fachadas, con excepción de un edificio modernista de estacionamiento, construido en el extremo noroeste de la plaza, ligeramente remetido con respecto al alineamiento de sus soportales.

Plaza de la Liberación o Plaza de las Dos Copas.

Esta monumental plaza ocupa las dos manzanas que median entre la fachada posterior de la Catedral y la principal del teatro Degollado, sitio donde se encontraban varios edificios, entre ellos las antiguas casa consistoriales, que fueron demolidos para la realización de esta plaza.

Situada entre las calles de Hidalgo al norte, Morelos al sur, Belén al oriente y Liceo al poniente. Es el patio delantero del Teatro Degollado. Es a la vez clásica y humana, de equilibrio notable. Su concepto , moderno en su sencillez, y clásico en sus raíces, es el más significativo de la ciudad. Esta sala de recibir de la comunidad, es de planta rectangular, decorada con dos grandes u hermosas fuentes, con un eje central que remata en el teatro Degollado. Con una gran preocupación por la simetría, aunada al gran sentido del espacio, la vuelve elegante y familiar, lo que provoca una gran interacción comunal. Un sabio equilibrio entre lo abierto y lo arbolado, entre el jardín y el pavimento.

Los elementos que la cierran son: al norte el Museo Regional y el edificio del Congreso del Estado, al sur se encuentra el Palacio de Gobierno y edificios comerciales.

De estos cuatro edificios, de altura similar, destaca al oriente el pórtico del Teatro Degollado y al poniente una espectacular vista de la fachada posterior de la Catedral y su Sagrario, con sus torres y cúpulas. Por su gran sentido espacial, la Plaza de la liberación permite la convivencia social, el desarrollo de actividades festivas y culturales, las verbenas o las ceremonias cívicas. De las cuatro plazas que forman los respectivos brazos de la cruz en torno a Catedral, es ésta la que tiene mayor armonía en sus límites, aunque los edificios en torno a ella expresen estilos no sólo diversos, sino hasta antagónicos.

Por los costados del teatro Degollado se prolonga la plaza en armoniosos espacios abiertos que permiten disfrutar la vista del actual Palacio de Justicia y del viejo templo de Santa María de Gracia, o de lo que queda de la plazuela de San Agustín y del edificio Gómez Camarena, hoy también tribunales.

De hecho esta plaza se prolonga hacia la Plaza Tapatía que el mismo autor concibió como un gran espacio para la convivencia social, entre el teatro Degollado y el Hospicio Cabañas, actual Instituto Cultural Cabañas.

Plaza Tapatía.

De reciente realización, esta plaza es un vínculo entre la Guadalajara del oriente y la Guadalajara del poniente, se trató de enlazar la fachada posterior del teatro Degoollado con la fachada principal del hospicio Cabañas. Esta gran obra está compuesta por tres plazas y dos paseos. Los ejes de estos dos edificios clásicos no coinciden entre sí, sino que guardan un desplazamiento que originó los dos paseos que corresponden a estos dos ejes, que unen a las tres plazas.

La organización eapacial de este conjunto trata de hacer lo formal y preciso, mostrando un deseo de orden y disciplina, como en la época del Renacimiento, en donde también se le daba una gran importancia a la conclusión de perspectivas en puntos focales predeterminados, además de la integración de las fachadas, la axialidad y el equilibrio, siempre presentes en este conjunto.

Las plazas tienen cada una su nombre: Plaza de la Fundación, de Quetzalcóatl y del Hospicio Cabañas o Clemente Orozco.

La Plaza de la Fundación se encuentra situada a espaldas del teatro Degollado, es una plaza rectangular, de uso peatonal y en la que se desarrollan fiestas cívicas populares. El concepto espacial fue desarrollado para exaltar la fuente de la Fundación, adosada a la fachada oriente del teatro Degollado. Cerrando su espacio se encuentra al norte la avenida Hidalgo y el costado de la iglesia de Santa María de Gracia, al sur el edificio de los tribunales, al poniente la cara posterior del teatro Degollado y al oriente se abre la calle peatonal Paseo Degollado, que nos condice a la Plaza Quetzalcóatl.

Esta calle en donde la unidad de los edificios, en altura y en lenguaje formal, está dada por las fachadas, que fue lo único que se construyó de estos edificios en un principio como sucedió en su época con la Place de la Concorde en París, además todos ellos están construidos sobre soportales, lo que aunado al diseño de arquitectura de paisaje con que se trabajó, le dan una equilibrada armonía.

La Plaza de Quetzalcóatl, al centro de la Plaza Tapatía, es un enorme puente peatonal sobre la Calzada Independencia. Es de forma cuadrangular, con una gran fuente, en donde el monumento a Quetzalcóatl resalta y se convierte en el gran punto focal dominante. De trazo racionalista, con proporciones calculadas cuidadosamente, esta plaza es de gran dimensión, grandes conjuntos de masas, trabajadas de manera espectacular, aumentan la sensación de monumentalidad del conjunto. Sus límites norte y sur están abiertos hacia la Calzada Independencia, y por el oriente desembocan a ella las calles peatonales.

La calle de Morelos a su paso por la plaza Tapatía, se vuelve peatonal y es trabajada también a la manera del Renacimiento, con sus perspectivas orientadas a la espectacular cúpula del hospicio Cabañas, definiendo el espacio con elementos arquitectónicos paisajistas. Los edificios de los que también en un inicio se realizó la fachada, continúan integrados por medio de la repetición de un diseño básico de soportales.

Por último se encuentra la Plaza Clemente Orozco a explanada del Hospicio Cabañas, de forma rectangular, con proporciones demasiado largas, dadas por la gran fachada del edificio y manejada con un concepto extremadamente sobrio, fue diseñada no sólo para agradar, sino para exaltar este magnífico ejemplo de arquitectura, tesoro de nuestra ciudad, que es el hospicio Cabañas. Esta plaza carece de límites al norte, por lo que se acudió al recurso de colocar una densa cortina de asta banderas.