Entre los equívocos más difundidos está aquel según el cual el gótico sería sencillamente una derivación del románico; es más, constituiría su completa madurez, el punto de llegada que quiso alcanzar el arquitecto del siglo XII. El equívoco se basa en la confusión filosófica entre el progreso técnico y su supuesto progreso artístico. Y, lo que es mucho peor críticamente, en la diferencia por el espacio interno y por la escala de los edificios.
Desde el punto de vista constructivo es indudable que el gótico continúa, profundiza y concluye la investigación románica.
El sistema de esqueleto se perfecciona en gran manera en el periódico gótico, la técnica de los arcos ojivales reduce los empujes laterales; abortantes y contrafuertes llegan a ser brazos musculosos capaces por sí solos de contraponerse a los empujes. El organismo románico se agiliza y se tensa, y en los tres siglos siguientes, hasta en pleno siglo XVI, en Francia, Inglaterra y Alemania alcanza el paroxismo de la tensión.
Es en estos países donde el gótico encontró su afirmación integral y luego su paroxismo decadente, el sueño de descarnar, de negar las paredes y de establecer una continuidad espacial entre interior y exterior. Reducen todo el vocabulario figurativo y una dialéctica de líneas dinámicas y tensas hasta el punto de rotura.
El sueño de los arquitectos góticos: crear el espacio, ritmarlo, elevarlo y darle forma sin interrumpir la continuidad.
Lo que distingue al gótico de lo romano es el contraste de las fuerzas dimensionales. Los artistas conciben espacios que están en antítesis polémica con la escala humana. Y que engendran en el que mira un estado de ánimo de desequilibrio, de afectos y solicitaciones contradictorias, de lucha. Cada edificio está calificado por la relación entre sus dimensiones y las del hombre y que, alterando tal relación, se cae en una farsa o en una retórica vacía.
Otro significado de la "escala" que no atañe a las relaciones entre edificio y hombre, sino a las proporciones del edificio entre sí respecto al hombre. Ha expresado estas proporciones de dos maneras:
1) por medio del
equilibrio de las directrices visuales
2) por el predominio de una directriz.
En el gótico, por el contrario, coexisten y contrastan en silenciosa pero aguda antítesis dos directrices: la vertical y la longitudinal.
Se trata de la relación entre el rectángulo de corte y el rectángulo de planta.
Se dice que llevar al ápice las posibilidades de un tema espacial a través de acrobacias técnicas y exaltaciones decorativas, no significa hacer una arquitectura más bella.
A nosotros nos interesa detenernos para establecer el carácter espacial, el idioma de la época, la cultura sobre la que surgen los monumentos con su propia fisonomía artística.
El carácter narrativo de la arquitectura y el urbanismo medieval es donde el método de un desarrollo continuado en el tiempo, a través de personas y generaciones distintas, se une tan sólo por una coherencia lingüística profunda pero variada, libre y episódica.
En los edificios de cualquier época debe vivir un solo valor, una sola belleza: la del conjunto, en la que no se puede sustraer ni agregar nada, en la que, mientras brilla la idea y la personalidad, falta la expresión del proceso vital con la descripción de su riqueza histórica descriptiva.